Obsesivamente habla la loca con su muñeca rota
y la empuja contra el somier de hierro,
en la habitación de al lado.
Yo sé que está loca y me da un poco de miedo
pues sé de las decapitaciones onerosas
a que somete a sus muñecas.
En el pasillo se escuchan gritos y sollozos
y alguien grita “puta”.
Es el matrimonio gallego que regresa
y está a la greña, como todas las noches:
él juega al gilé y ella trabaja en una barra americana.
El pierde el dinero que ella gana, pero se aman.
Yo trato de dormir, en vano.
En algún sitio han quedado las palabras
apuñaladas en la garganta y las pupilas vacías.
Y me digo: te matarán hermano, seguro que te matan.
Podría morirme y nadie me echaría de menos.
Si fue una época de obsesiones, se ve en los dos poemas que puse ayer, en el mismo lugar y en días próximos. La juventud es la etapa más creativa, salvo en casos excepcionales como el tuyo. Un abrazo.
Es como una ópera fatalista, y a la vez una mesa sucia con instantáneas de vida sobre ella.
Piezas de un mismo rompecabezas o de varios.
En esta melodía angustiante que has compuesto, notas de soledad y desamparo.
Me impresionas con esas imágenes de la loca con su muñeca rota, el somier de hierro, las decapitaciones onerosas, las palabras apuñaladas, las pupilas vacías y la muerte para crear un angustiante efecto de desesperación.
En ese contraste entre la locura y el amor en un matrimonio, retratas magistralmente la complejidad y diversidad en las relaciones en las que nos embarcamos los seres humanos.
Sorprendente el final: “te matarán hermano, seguro que te matan”.
Indicios y sensaciones de una amenaza y un temor constantes, fatalidad e impotencia quizás ineludibles.
A mi me encantan tus comentarios (por supuesto que también tu poesía) porque penetras como un bisturí que no hace daño, y ya es raro, y descubres la verdad más oculta en las palabras. Gracias amigo poeta