Nuestro propio pasado,
es inútil el coraje en el tiempo;
podemos olvidar todavía,
pero el cielo es solitario.
Busquemos en el mármol esa estatua
que tiene un rostro oculto.
Hasta que la pregunta
tenga una luz vaga
y la impostora sea un consuelo.
Memorial de haber sido feliz
por haber amado.
Hasta que el cariño
siquiera sea el amor de un día,
no te vayas todavía.
Arrebátame la sensación
irrevocable de la zozobra,
con el dolor y las vicisitudes vanas.
El abismo aún te añora;
que sea para ti un carnaval,
y yo aquí seguiré,
con mis ojeras fingidas,
queriendo, como siempre,
poder amar.
© Maquinista Mute, 2024