Poco después

Poco después de mis zapatos decirme tal -a fin de yo no decir lo que me decían- sucedió que de mi llanto la sangre empezó a impregnar abundantemente lugares como las piscinas o los escaparates con los muros del precio de un nombre que no el mío, y ahora desde hace una mudanza temporal pocas palabras o pocos hechos son o fueron los que trascenderme o dolerme mientras tú ya titiritando mi cuerpo a ratos: ya han empezado los tiempos de la dominación de la fatua palabra a la que yo honestamente querer elogiar poco a pesar de algunos elogios que yo realicé para tal.

Hoy no debería estar escribiendo esto a razón de entre otros lo atrás comentado; me hallo totalmente rodeado de disimulados adversarios sanguinarios, y así también vadeado por las eminentes plumas de innumerables fantasmas: yo te tendí la mano para pelear contra tal chusma y jugarme a tu lado la suerte de tal forma que apostando a la mitad de una metáfora de dos palabras o a la aparición posible de una de las dos caras de una moneda cuyas caras girando sobre sí mismas tras un lanzamiento agresivo de tal moneda al recto suelo liso desde una altura que superior a un metro, y -mientras yo tendiéndote la mano y confiando en ti- tú desconfiando de mí me colocaste en frente de la muerte con la que tuve un embate del que imposible yo salir ganando por las circunstancias con que sucedió tal embate.

Del atrás mencionado embate escapé herido por mediación de mis raíces instintivas: todavía existiendo hoy verdaderos piratas que guardando gloria al honor justiciero respecto a sus iguales adversarios; yo escapé muy herido de tu emboscada traicionera, y dejé rotas algunas palabras de tu boca con el golpe que te asenté en la cara antes de escapar de la muerte que me tiraste.

Poco después de haberme tirado por el precipicio de tu injusta locura en cólera tú también ya estabas titiritando mi dolor, y ahora estoy herido y con pocas posibilidades de sobrevivirte en una prisión diminuta donde mi silencio está huido -y donde el ruido y el vacío invadieron el lugar que antes ocupaba el silencio que me robaste-.

No conseguí adivinar mi lugar según el que yo ser según tos ojos, y ahora es momento de iniciar la trascendencia del sombrío abandono que ya atrás proclamando; la palabra dejó de ser una salida de emergencia cuando empezaste a titiritar mi dolor, que en parte incurable o sin cura a pesar de lo que diciendo los curas de turno o el cura de turno en las iglesias de turno: la llamada ley de la calle está manchada o estaba manchada de anarquismo injusto, y mirando a las posibilidades del ayer yo no encuentro para hoy otra posible salida a la que yo contemplando en la actualidad si no ser tal la ya atrás mencionada muerte.

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Ismael López Pozo.

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