Pétalos blancos,
un tenue murmullo acaricia las siluetas.
Una perpetua procesión de añoranzas
en busca de un altar donde postergarse.
No hay nada para saborear,
tan solo el pudor y la inquina
de aquellos que odian los pétalos blancos.
La vieja madrugada aúlla de soberbia
como una condenada sin remordimientos,
esas mentiras que comenzaron siendo verdades
como el verso que pretende ser poema.
Los pétalos blancos anegan el páramo
con un aroma a ribazo y acequia,
crecen igual que un torrente de ideas
una variedad deslumbrante de jadeos y arañazos,
de amaneceres en bandeja de plata,
de alguna que otra caída sin consecuencias.
Que suerte encontrar pétalos blancos
cuando sales del supermercado
con todas las bolsas llenas de supersticiones,
creyendo ser un héroe mitológico
capaz de asaltar cualquier Olimpo que se precie,
o cuando vuelves del trabajo
soñando con todas las batallas
que ganaste en la antigüedad,
desoyendo el discurso de cualquier oráculo.
Es una verdadera suerte contar con su presencia,
aunque se impongan los nubarrones en el horizonte
y los últimos informes del frente sean devastadores.
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Muchas gracias Walla, esos pétalos blancos que nos suavizan la existencia. Saludos.
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Qué maravilla de principio a fin!!!
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Muchas gracias Tali. Me alegro mucho. Saludos.
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En donde vivo hay muchos naranjos por las calles, cada vez que me asomo a la puerta o la ventana me viene el aroma intenso del azahar. Pues es una pura lluvia de pétalos que caen sobre tu cuerpo, todo un hermoso espectáculo para los sentidos. Por eso, me llamó la atención tu título, amigo.
Un gran poema y muy completo, además de esos pétalos…
Abrazos y buena semana!
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Muchas gracias María, aquí estamos casi terminando la floración del melocotón sobre todo y están los campos muy bonitos.
Muy bella imagen la de tú cuerpo cubierto de pétalos.
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