Hay formas de silencios que se deforman en el cuerpo agitado
de algo que busca mitos detrás de un espejismo,
y no recuerda la talla de una palabra,
el anuncio de un ave extinta…
O aquel verbo que brinca intercesiones de agua,
de oropeles, de subsuelos en la sombra de una fruta.
Siempre al quebrar un rio detrás de un fuego desdoblado
en sus raíces prietas, hay un día derramado en las venas fatigadas
de cierta superficie, de mis íntimo infinitos al desnudarme,
esos océanos sin volumen en el pulmón de seres
cuyas crisis pueblan manzanas,
suman perros y candelabros,
suman cosas para ambidiestros,
seres perpetuos de nacimientos y cielos de papel
donde suelen llorar mis manos…
¿Acaso las campanas galopan hasta estrellarse con un árbol
que se resiste a desvestir otro otoño sin unidad en el fondo de mis perplejidades?