Al llorar,
destellaban,
sobre un globo,
sus ojos de mar.
Quiero ser niña,
escribió,
mientras abrazaba
su piel de mujer.
Quiero ser niña,
escribió,
mientras besaba sus dedos de ciruela,
y sostenía
un bocado de tristeza,
en la punta de su lengua.
Aún saborea la acidez
de su voz en su garganta…
Quiero ser libre, escribió.
Fue entre esas líneas que su corazón pequeño,
fue cubierto por un diluvio.
Y los días,
negros como un carboncillo, dibujaban la espalda de una mujer cabizbaja.
Y no sabía cuando ella podía regresar, encontrarla de puntillas, tras su puerta, sutilmente buscándola, dentro de la misma niebla.
“Pequeña,
escríbeme”.