Creo en la voluntad de los cipreses,
absortos vigilantes de la paz,
de tumbas, peregrinos que huyen
de un destino que nunca merecieron,
desafiando al cielo como tú.
Me dueles toda tú ante el fiero Creonte
con su tacto de agujas encendidas,
su aliento de salitre emponzoñado,
esa voz insalubre que te empuja
contra un mundo de verdades a medias.
¿Qué te ha llevado allí¿ ¿ Quién te defiende.?
Eres la ley no escrita, la insufrible pueza,
el amor
que no sabe de incestos,
ni de espadas fratricidas
o patrias traicionadas.
Me estremecen tus manos, lazarillos
un día de tu padre
ciego, como nosotros sin tu voz,
clamando de esperanza
frente al grito tiránico del odio.
¿A qué dios invocas? ¿Quién te protege?
Como el ciprés, al cielo desafías.
La muerte es sólo tuya.
Tuya la cuerda, el último gemido.
El decir: basta ya.
¡Digo no a las paredes y a las leyes!
Esta es mi voluntad:
“No he nacido para compartir odio
sino amor”
*Basado en “Antígona” de Sófocles. Por todas las Antígonas que han sido. Y por las que serán.
Por todas la Antígonas que fueron y serán!! Un personaje femenino con muchísima fuerza! La vi dos veces en el teatro. La primera fue en el teatro romano de Mérida y fue impresionante!!
Hermosos versos los tuyos, condensan muy bien el espíritu de esa gran obra de Sófocles.
Estudié Clásicas y traduje a Sóofocles, pero Antígona memarcó.
Y sigue siendo actual. El mérito es de ese gran trágico griego. Mi osadía, escribir algo sobre ese gran personaje…
Un beso, María
Espectacular, Antígona. Qué escrito está lo pensado, lo sentido. Da gusto perderse entre tus versos. Muchas gracias por compartirlo. Que tengas un buen domingo.