Pensamientos crepusculares

Me gusta quedarme inmóvil, sin pestañear ni rebobinar una lágrima mientras observo un atardecer. Es como si una parte de mí, muriese en las ondas crepusculares que emite el horizonte y, volviese a vivir en la penumbra reluciente que existe entre la miseria de los transeúntes y la mía.
Y es que en los ocasos muere el alba, agonizan mis ganas de seguir en este camino tan áspero y lleno de altibajos.
Escucho a los árboles abrazándose entre sí, escucho a los búhos despertando del sueño profundo, escucho el quejido de mi alma y aún así, sonrío postrada en mi ventana.
Escucho mi prosa pavonearse en mi mente, escucho mi silencio gritar y lo veo confabularse con la tranquilidad que me acompaña siempre.

Mi tarde se pinto de noche y mis pensamientos persisten.

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