"Thoughts of a dying atheist" Muse
Desde antes,
subía, manos antiguas
montañas de rezos,
fogatas de arena y piedra.
Ahora horno microondas todo el día.
Único árbol de la vida, jungla de cemento;
hormiguitas laboriosas,
picotazos de eternidad
en sillón de piedra a cuatro paredes.
Culto.
Megáfono encendido, el corazón.
En un punto,
las sillas, las bancas,
ejército de auto compasión.
De hinojos el nombre
a quien mejor pasara lista;
muchos sonidos de monedas,
de estar bien, y no quedarse dormido
enfrente
alguna alucinación quitará astillas o lágrimas de los ojos.
Como el hombre de esta tierra,
soñaba haciéndose
hombre donde no quedó casa por oscurecer a plena luz del día:
pequeño mundo de rodillas,
pequeño cielo exorcizado.
Alma—vivas.
Congregación.
Esta versión moderna de tierra edénica
—revelación—
Mientras palacio en corcho de vino
y calles vacías de santos.
Medallas de laico,
acaso acólito por imposición;
de creencias,
testigo de nueva alianza que no llega a su fin.
Mortalmente hombre,
arroja al vacío el alma de poeta
porque,
negado alas de luz, y eternamente de vida.
Penitencia…
“Pensamientos de un ateo moribundo”
pequeño dios, que no sabe ser dios, de sí mismo.
Empeño, en dormir, hasta muerto de religión.