Duele ahora
adentro.
Siento que caigo
indefinido
en abismos
de auto indulgencia
¡Piedad!
Feroz es el encono
en el cráneo de Adán
y la libídine de Eva.
¡Quema
adentro y afuera
el rescoldo
del anatema!
Y caigo
en espirales dolientes
-ansias tajantes-
que disgregan mi rostro
a la ferocidad
de ángeles sangrantes,
pero en el torbellino
mil almas
desfallecen igual
y caemos,
caemos tras el grito,
caemos entre vidrios,
caemos desnudos,
sin absoluciones,
solo penitencia
¡Penitencia!
Por pecados propios
y ajenos,
cargando patíbulos
de otros condenados,
marcho sin tregua
hacia gólgothas
de fuego y rabia
verticales.
Duele ahora,
afuera y adentro.
Salmos penitenciales
rasgan cruentos
-capa a capa-
la máscara
del miedo.