Cuando la vida duele, el aire se retira.
Pesa la mustia tarde y se inclina la noche.
Y los desprotegidos, meciéndose en la bruma,
imploran en sus cuitas, la caricia del alma.
Entonces, los senderos son horizontes mágicos
que arropan a los niños con sus pavesas frías,
mientras la madre busca heraldos de ternura.
¡La injusticia del mundo, me pesa como fardo!
Tenemos mucha prisa para llegar, ¿a dónde?
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Una carrera hacia ninguna parte…
Me encantaron tus versos
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