Noche a noche
llega el rumor
de las cosas simples.
Hemos visto el laberinto
donde el beso es hilo de fuego
y escritura del vacío infinito.
Hoguera de unas cuantas sílabas;
abecedario
inconcluso sin letras ni acentos.
Hemos perdido el instante
dibujando relojes de arena
en los papiros del Niágara.
Soy franco:
nada me ata a nada.
Ni siquiera esos ojos
que esconden universos
donde podría envejecer
de locura y poesía.
De cosas simples, de escritura
y abecedarios.