Las noches de retiro
en que los fantasmas vagan por los callejones,
Yo me encuentro obnubilado
mirando hacia el cielo estrellado, tratando de alcanzar las luces resplandecientes
que de él emanan.
Alargo el brazo tratando de infundirlas
pedazos de mi alma,
que en mí ya se pudre,
para infundirla nueva vida.
Pero no las alcanzo.
Y entonces esas noches,
en las que tropiezan los desdichados por las avenidas,
mi corazón se derrumba,
brotan nieblas en mi mirada
y me abalanzo a los dulces susurros
de tus abismos.