“¿Qué me sucede? Siento la muerte como nunca por estos días…
Brillante, radiante, estridente, a toda máquina y en su instantáneo hacer fuerza presente.”
Juana es una joven de algo más de unos catorce o quince años en el cuerpo de una mujer de unos cincuenta.
En ella algo se quedó ataviado al tiempo, en ella opera de algún modo una especie de parálisis, pues no toda ella quiere capitalizarse, llegar a una meta.
Quizá más que ninguna otra cosa, ella sea: una mujer, una flor, una niña sin propósito ni meta más que ex -istir. Quizás y solo digo quizás, ella simplemente sea y su ¡es! Siempre liberado y febril la hagan tanto reír como llorar sin explicaciones.
Estos días ella se lo ha pasado fatal… pues cabalmente ella no sabía de donde provenía tanto dolor qué como un manto por la espalda la recubría y la llenaba de un inquebrantable sufrimiento, de un dolor que retraído y solitario la carcomía de la piel a las entrañas, y es que ni ella sabia que lo causaba… sorpresivamente algo como una puñal se le clavaba y latiendo muy rápido la castigaba, instándola ligeramente a llorar
Y así sin motivo aparente, una rabia inesperada se desataba pasivisándola y ya sometida, se repetía otra vez, y lloraba
No es que su rabia profunda no se trocara en una vegetal acción como siempre le había sucedido… es que no había actividad alguna que diera corte, la disipara o la agotase. Y es que semejante angustia, por alguna razón, se había acumulado en medio de ese sentimiento de lo más intensivo.
Y así, una y otra vez, ella sentía
Las plantas de sus pies qué como tallos en la tierra se movían, y que ya en sus pétalos se dejaran ver para que como alas que se baten al más mínimo sonido estridente, cual gorriones qué frente a un peligro inminente emprenden la fuga, de golpe y del mismo modo, la hacían huir, para así escapar de la muerte y sus rumores. Pues temblorosa como mariposa ella había oído sus pasos.
El dolor aparecía en cada fragmento de silencio y frente a él a veces podía tomar una actitud tranquila… está era la actitud propia del animal que se relame y, aún así, una vena de sufrimiento aún latía y sin poder evitarlo las lágrimas como savia de una rama partida, caían.
¿Quien dijo que las plantas, las flores no sienten? Y vaya que es paradójica la vida. Como una enredadera su voluntad se enredaba asfixiando lo que sentía.
Y vaya, vaya que Juana sentía.
Pues quería devuelta sentir el injerto hecho a su alma, sentir el tallo haciéndose yema, carne, limbo, hoja, planta, en medio de su leñosa vena hecha ya de carne.
Y así transcurrieron los días… hasta que hoy sin ningún motivo aparente sintió que algo de ese dolor moría.
“tanto sufrimiento en algún momento también debe morir, me dije a mi misma.”
Entonces, algo en ella tomo su cuchillo y le dio muerte.
“A veces es necesario que algo se marchite y haga lugar en el terreno. Y estando ahora ya muerta puedo verme y asisto a mi funeral y me veo desde fuera, ¿será que mi espíritu no me deja?
¿Será que soy capaz de verme de un modo virtual, inactual, o relativo a otro movimiento u época?
¿Será que todo tiempo es relativo al movimiento (ya sea este tanto alegre como triste) de nuestro corazón y mudanzas?
No siempre que nuestra planta hace mudar sus semillas lo hace mediante insectos o animales. Pues lo mismo que sufre se derrama y quiere, y quiere, y quiere. Y ya cabal y firmemente lo ama, lo ama, lo ama siempre rotunda y tranquila como es un amor que se vive y canta.
¿Pues cómo puede haber un mañana sin melodía y sin canciones ?
Y entonces, ¿cómo hacer para salir de este pozo?”
Y mi sonrisa de lo más risueña responde: con pequeños toques de humor, pues el humor descapitaliza
El humor es como el amor.
Nunca se llega a amortizar ni su pérdida, ni su falta.
El poseer chispa siempre es un don, y es que en este sentido tú eres un auténtico gastador compulsivo de dones.
Pues ya lo sabemos, disponer de humor y ser ocurrente implica un gasto enorme.
Tener alguien a quien querer y que ello acarree amor también lo es…
Y finalmente, tanto en el amor como en el humor todo gasto siempre es un gasto libidinoso, ¡y vaya que te gusta gastar y eres erótico cuando metes tus manos en los bolsillos y te despilfarras! ; )
Es que el humor al igual que el amor no se resigna, por el contrario, es rebelde y gasta, gasta, gasta, hasta que ya no quede más… que agotarse.
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Brillante prosa. Saludos y buen día
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Gracias Pippo! Y que tengas vos tambien un excelente dia!
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