Quizás,
me falte
quemar la noche,
rodeado de botellas
con unas cuantas
chicas que me destruyan.
O ir a Granada,
cargando en el equipaje
el miedo de una guerra inminente.
O ser pastorcillo
de Orihuela,
peritando lunas.
No se…
Para ser poeta.
Quizás,
me falte
el abismo
del hambre y del abandono
pisar calles rotas
con los pies desnudos
de una ciudad que no duerme.
O escuchar,
en el eco de un patio andaluz,
las palabras que el viento
deja olvidadas en la albahaca.
Tal vez,
ser loco,
ser errante,
romperme en mil versos
con mis heridas sin sanar.
No sé…
Para ser poeta,
quizás me falte todo,
o quizás
nada.