Pantano

Tengo un silencio espeso cual pantano.
Cada día lo alimento con más agua,
con los restos de mi digestión
con las almas olvidadas y las que desterré
de mis rincones más queridos.
Un silencio más profundo que ancho,
de superficie limpia como la educación.
Un pantano que es fruto del aprendizaje,
nacido de la piedra
de mi último traspiés.

Tengo un silencio y el rostro
perfecto para callar.
Cuando los demás gritan
—con la facilidad con que se puede gritar—,
cuando los demás se quitan —de una vez—
la piel de cubrir la hipocrecía
les muestro las límpidas aguas
de mi silencio y los dejo entrar.

Luego espero a que las bacterias
hagan su trabajo.

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Hermoso poema. Es un duro trabajo tener un pantano capaz de tragar todos los residuos de la vida. Saludos!

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Muchas gracias por el comentario, @Ruache. Y sí, arduo trabajo, y de mucha paciencia. Abrazo poético.

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