Niego del azul celeste
del cielo que nos unió,
del tiempo que me abatió
del este, y del oeste.
Del panorama agreste
que dibujaste al partir,
de trozos que repartir.
Niego del viento, figura,
del amor y la cordura.
Del virus al convivir.
De aquella esencia extinta,
del amor como refugio.
De ese fútil artilugio
y de la forma distinta,
que no obedece la tinta.
Yo niego del panorama,
de toda esa amalgama,
de la manera retórica,
de mi memoria histórica,
que trazó un anagrama.
Niego del vino y la suerte
de la ley de la atracción,
que solo atrajo abyección.
Por justicia, pura muerte.
¿Eso me haría fuerte?
Esa luz ultravioleta
que destrozó mi planeta.
Se deteriora el ozono,
y niego del abandono.
Solo me siento poeta.