Palomas blancas rompieron las tinieblas
y mis mares profundos rugieron de alevines
hijos fugaces del trueno y del silencio.
¡Hasta la sombra azul que me envolvía
se apagó!
Solo dos ascuas inmensas,
forjadas a cincel con odio y hielo,
pueblan hoy mis infinitos sueños:
Pozos sin fondo, que hieren el espacio,
segando la etérea dimensión del tiempo.
Es, como si todo alrededor se hubiera muerto,
quedando sin color en el recuerdo
y solo un rayo de luz continuase ardiendo.