Con el mapa tachado de fronteras
camino entre las páginas del tiempo
aferrado a una nube pasajera.
Voy dejando palabras escondidas
en cada bocacalle, en cada puerto,
donde un viento cruzó por los caminos
despoblando de tinta los encuentros.
Extraviados de juicio van los pasos
a tientas en el mar de los desiertos
cargando mil fantasmas condenados.
Ardiendo de preguntas, conmovidos
acuden los latidos al acecho.
Moribundos intentos desteñidos.
Silencios que se tragan los espejos.
Así es como me voy,
sin más aliento
que el verso que palpita en el silencio.