Awww… que bello poema, tan sentido, tan sentido !!
Dedicado a la madre, que dedicación tan sublime!
Como podrían haberse fortalecido nuestras alas, así como lo hicieron, si nuestra madre no hubiera estado allí. Para mí en particular, esto es una verdad innegable!
Uff con sabiduría y amor mucho amor tocan tus versos ese recuerdo único e imperecedero del querer de una madre, alas para volar, delicadeza y fortaleza para vivir y añoranza y lágrima para recordar, profundamente bello, siempre presente, amiga!!!
Desde el refugio de la infancia primera bajo el manto de una madre amante y protectora,nos vas desgranando en el poema todo un tratado de vida siempre abrazada a la poesía,un arma imprescindible ante los avatares de la vida. Me encantó el poema,María. A pesar de ese triste,pero inevitable final.
Qué bello, María.
A veces necesitamos volver al nido buscando calor y las hojas nos transmiten el triste aire de la ausencia. Pero en las alas llevamos el recuerdo de quien nos enseñó a volar.
Me gusta la nostalgia de tu poema, tan cercano.
Un abrazo
Muchas gracias, Alda! Este poema lo hice para un reto de Twitter, quizá era uno de los tuyos, no recuerdo bien. Era más corto, pero yo lo completé y alargué y este es el resultado…
Conociéndote un poco ya, sé que te llegó en esas partes que citas, amiga!
Así es, nos enseñaron a volar…y siempre se echarán de menos.
Besitos!
Pienso que siempre es difícil recrear en palabras temas que parecen tan triviales, pero con poemas como este uno se da cuenta de que pueden seguir siendo únicos en manos de quien sabe cómo dibujarlos.
Iba a seleccionar algún verso, pero es que me quedo con todos y con todas sus imágenes. Enorme!
¡A mí me pasa con frecuencia!
Por las limitaciones del espacio. Siempre trato de acortarlos con sentido. Pero hace unos días leí nuevamente un reto de hace unas semanas, y no parece que lo haya adaptado, sino que “lo trunque a la mala” …lo leo y me parece que no concluí, je je je
Fue tanto lo que dieron, lo que enseñaron, el amor incuantificable, el calor cuando hacía frío, la palabra perfecta, días de amor y poesía, días de enseñanza con rigor. No hay suficiente tinta para describir tantos días, no hay manera de agradecer cuando ya no están. En ocasiones una soledad sobrecogedora nos recuerda lo que no dijimos o lo que no hicimos. Entonces toca escribir, muchas veces con la tinta de las lágrimas y los recuerdos.
Excelente. Gracias por el tema con el que me identifiqué. Un abrazo grande
Muchas gracias, amiga! Sus enseñanzas no se olvidan, al principio no haces caso, pero cuando te faltan , te vienen solas…y te sorprendes diciendo a tus hijos lo mismo…
Abrazos, Mina!