Pablo Neruda

Desesperados pasos de un hombre de Santiago,
caminando sin rumbo entre las calles de Madrid,
viviendo cada día como si fuera un poema
y luchando, oculto tras su pluma, por la República.

Sonaron los tambores y las espadas,
sonaba la imprenta, vomitando poemas sobre banderas del enemigo.
Cargaron los cañones con los versos del maestro
mientras, a lo lejos, caían los muros por la República.

Verbos en los versos más amargos,
suspiros en cada estrofa de un poema,
lamentos por cada uno de los puntos que escribía,
sabiendo que serían una bomba caída en medio de la tempestad.

Vio caer las lágrimas de los gremios,
sintió cada palabra de su poema Almería,
lloró dos veces por su Madrid,
a la vez que se bañaba en la batalla del Jarama.

Y lo hizo posible con su canción desesperada,
sonando de fondo con los veinte poemas de amor,
escribiendo los versos más tristes esta noche
y alumbrando a la humanidad con su Premio Nobel de la Literatura.

4 Me gusta