S
Suele ocurrir que quien a hierro mata
su merecido puede que reciba,
aunque delante de un fiscal se inhiba
cuando le tire el juez de la corbata.
Será que si las normas nunca acata
y a menudo la ley también esquiva,
puede que a duras penas sobreviva
si mete a diario y sin pudor la pata.
Pensar no quiero, como dice el dicho,
que pague justo aquí por pecador
sin pararse a medir los pormenores,
haciendo cálculos según capricho
al dirigir su dedo acusador
por la jeta ante Dios de mil amores.