El olvido me recuerda a tus besos.
Mientras escribo textos y versos,
Abro las ventanas y dejo entrar el cielo.
Te tomo en mi memoria a sorbos lentos, como el café, amargo te prefiero.
Enmudeces entre la bruma y desapareces.
No te busco, te encuentro a veces.
Ausente, callada
parece que levites etérea en la niebla.
Acerco mi mano y al tocarte, tus labios tiemblan.
Algunas veces me pregunto si eres real o solo una musa de mi torpe inspiración.
Otras, en cambio, pareces hecha de musgo, de rocío, de primavera.
Recuerdo ser brasa entre tus muslos, crear una religión y darte toda mi devoción.
Conquistar para tí tierras, mares,
un mundo en una esfera.
Ahora, que no estás, soy almacén de desechos.
Un corazón perdido que abandonó su pecho.
Olvidar tu recuerdo podría
Pero…
Recuerdo olvidarte todos los días