Desnudos abrazados en la habitación solitaria mi apetito licencioso y libertino sofocado por siglos se liberó del claustro del martirio que los mantenía preso. Mis esperanzas fluyeron ansiosas y ardientes entre las mieles de la planicie de su abdomen adhiriéndose a mis útiles ganas y a las paredes recubiertas de su oloroso vientre de flores invernales en el que aún mi lengua reposa agitando sus caderas.
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Y volaron las ansias… Muy bueno. Abrazos cariñosos.