Va en su bicicleta a las tres de la mañana
cerca de la costa, y saluda a los pescadores
con su mirada clara, mirada sana
que siente y calma todos los dolores
que apenan a los hombres de mar.
La sal se esconde en sus cejas amarillas
y el viento transforma su canto común.
Su pelo está libre y parece que brilla
como las estrellas no han podido brillar aún,
su pelo es historia de vida y de paz.
Pinten su cuadro, escriban su cuento.
Denme el intento de quererla olvidar.