Ahora es demasiado tarde para pensar en fracasar.
El camino que resta, es menor que lo andado.
Ya no queda nada por demostrar.
Solo quedan los escombros de lo que hemos amado.
Los pecados de la obsesión por aparentar.
Las cenizas de un mundo arrasado.
También dejamos una lacra a nuestros hijos.
Inocentes que pagarán nuestros errores.
Incapaces de resolver nuestros acertijos,
sus problemas serán mucho peores.
Elijo pensar que aprenderemos.
Espero que algún día nos perdonen.
Deberíamos no pensar en cuanto perdemos,
sino en darlo todo,
aunque nos abandonen.
Siempre intento pensar que, por bueno que haya sido el pasado, lo mejor todavía está por venir. Y que si ha sido malo, el futuro ya no podrá ser peor.
Quizá soy una optimista nata, porque en el fondo no puedo pensar en que mis hijos tengan una vida peor que la mía.
Y por supuesto, Joan, con toda la verdad y triste belleza de tus versos… “ojalá nos perdonen”.
Uff, me has hecho sentir…
Besitos, amigo.
Cierto amiga mía! Lo mejor aún está por escribir.
Todavía no han fabricado la tinta de nuestro epitafio.
Pero debemos ser cuidadosos con el legado que dejaremos a nuestros hijos para que, estos actos su vez, también lo hagan con los suyos.
Los hijos son importantes amiga mía! Pero la herencia que quede de nosotros.
El mensaje que les llegue de nuestro paso por su vida, también lo és.
Gracias por leerme
Quizás un buen punto de partida para enmendar cosas sea entonar un “mea culpa”, reconocer errores, reflexionar y construir y reconstruir a partir de ahí.
Me parece esta tuya Joan, una bonita forma de hacerlo.
Lo sigues dando todo, amigo.
