El viento susurraba sus secretos
y llevaba consigo la fragancia
de las lluvias de otoño, la distancia
era efímera al roce de los quietos
intentos de escuchar a los abetos.
¡Qué arrogancia la mía! ¡Qué ignorancia!
¡Qué desplome del viento a mi vagancia!
¡Dame oídos que trunquen los decretos!
Dame ya, ¡oh!, querido viento, el tacto,
el lenguaje que oculta tu caricia…
Dame ya la fragancia del ahora.
Mis oídos te esperan en el acto,
mis cabellos esperan la primicia
y mis manos esperan ya sin mora.
Siento que tu poema anhela la conexión con la naturaleza, especialmente el viento, como si buscara comprender sus secretos y abrazar su esencia efímera. Expresa la humildad y la espera.
Encantado, es grandiosa está casa poética. Gracias por tu bello comentario, Artemisa, te mando un cordial abrazo a la distancia, estaremos en contacto por acá.