En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
suspirando por ella, padeciendo agonías sin fin.
En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía,
tan altiva y hermosa, más hermosa que algún querubín.
A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que en la celeste bóveda, osaba flotar cual zepelín,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría;
me sentí tan pequeño, tan iluso como un arlequín.
"¡Oh, reina rubia! -díjele, mi alma quiere dejar su crisálida
y subir a tu cielo, y en tu pecho la gloria alcanzar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,
y si acaso me abrasas, con mi corazón te he de abrazar".
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Y mi esencia minúscula, no podía cesar de llorar.
Con sumo respeto y admiración, he osado intercalar mis versos con los versos del soneto “Venus” del gran poeta Rubén Darío, incluído en su obra “Azul” de 1888.
Soneto en verso de arte mayor. Dos hemistiquios (7 y 10 sílabas cada uno).
Los versos impares son originales de Rubén Darío, los pares son los míos.
Hay momentos en que intuición del poeta es poseída por el antecedente, entonces es necesario liberar la inquietud existencial para que las nuevas proyecciones se encausen por los canales naturales. Creo que eso nos ha pasado a todos, quedamos enganchados a impulsos extraordinarios que un poema de otro tiempo nos produce. Aplausos.
@ludico1964
…Hay momentos en que intuición del poeta es poseída por el antecedente, entonces es necesario liberar la inquietud existencial para que las nuevas proyecciones se encausen por los canales naturales. Creo que eso nos ha pasado a todos, quedamos enganchados a impulsos extraordinarios que un poema de otro tiempo nos produce. Aplausos.
Exacto, concuerdo contigo amigo poeta !
Gracias siempre