Ocaso

Acaso se sustenta en el ocaso,
la tímida celosía, nieve,

distinta de olvidar; la ceniza
que sorprende, fugaz, nuestro tacto;

el murmullo del agua que enciende,
en nuestros labios, la honda semilla

de la sed; la frescura, entreabierta,
ese ponzoñoso hedor del tiempo.

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