En el comienzo, en la música del fuego,
en la andanza por cementerios salvajes,
letanías, viajes estremecidos.
Sobre la textura de un piano,
el círculo del agua esboza la palabra;
recita el viento, una sangría abierta,
entre la espesura de la nada
que es también ceniza viva;
la columna de lo oculto
y los umbrales, los umbrales embarcados,
euforia de los versos.
Por los navíos infinitos una mujer canta,
Canta las olas, canta los ojos de la Poesía.