Mis deseos fervientes enlazándose con pasmosa incredulidad a la esponja absorbente que es tu núcleo celestial que esperaba por siglos el temblor del hombre, de ese hombre que pudiera sacudir los cimientos del umbral de tu oculto y paradisíaco vientre. La quietud y el furor abrazándose con milagrosa incredulidad a la esponja absorbente que es tu núcleo celestial que esperaba por siglos ser liberada de los orgasmos que nunca llegaban al umbral de tu cárcel de penas.
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