Cual nube cargada, mi alma,
llena de miedo y lamento,
sin hallar paz ni contento.
Sosiego que me de calma.
Una caricia en la palma,
calor que abraza un momento.
Corazón, se haya sediento,
peso, que pesa cual salma.
Esta tormenta angustiosa
de muy negros agujeros
llena de lluvia furiosa.
Busco suspiros certeros
no mirada dolorosa,
que me sequen aguaceros.
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(publicado en el otro Poémame en marzo de 2018)