NOMEOLVIDES
Han llovido de ti
todas las estaciones
y en los parques antiguos,
infinitas canciones,
suenan como si fueran
melancólicos sones
y cantatas inmensas.
Han vivido de ti
los ocasos de otoño,
en zambras de arreboles,
como lumbre de hornos.
Y elfos en cuadrillas
vanse bebiendo el rojo
rubor de tus mejillas.
Han llorado por ti,
de todas las maneras,
las últimas palabras
de los niños de escuela.
Y tus abecedarios,
presos en las carpetas,
describen formularios.
Han sentido por ti
todas las cosas hoy
un regomello tierno
al saber que me voy,
tristemente un momento
y a tu corazón doy
un puzante lamento.
Han hablado de ti
santones y adivinos
aurgurándote un cielo,
sobre tus ojos líquidos,
de felices ensueños.
Y en tus labios de vino
un silencio de enebro.
He pensado de ti,
risueña nomeolvides,
ser sombra de tu voz
el cariño que eliges,
cuando tu corazón,
como ángel que vive
me condene a su amor.