…
En la mañana he sabido amarte más
y hasta recuerdo que
dejaste tus pies colgados del mundo
como tantos pájaros que se dan por nacer un lunes
¿eras tú cantando
en la ópera de un ópalo?
Alguna vez te hablé de mi fascinación por las semillas
y recuerdo
que plantaste una de ellas en la mitad de tu casa
y nos pasamos a vivir ahí.
Los días jueves eras insoportable
hasta quise entregarte un pájaro encendido.
Tienes – no sé si ahora sigues con
esa manía de arrancarte los números
y dárselos a las palomas del sur
o quizá hacer de muchas tardes
un poema tardío. O quizá llenar
mi cama de barcos o ir y venir
por las calles buscando
la forma de amar más mi cabello
y buscar la luna
que se ha quedado en alguna
rama por ese parque lleno de frío-
T ienes…? ya no sé qué, pero es.
Recuerdas ese día en que dije que eras un raro espécimen
que guardabas tus monedas en un cofre lleno
de vapor y humus violeta;
ahora eres eso
un grifo abierto
una palabra dormida en un tren
una estación que galopa hacia ningún lado
un vil artefacto que se deshace continuamente
y te vas
y me voy
y nos vamos, quedando como quien quiere quedarse.
Ya no sé ni qué decirte.
Aquí ahogado en mi cuarto y en mi mesa
te digo
si quizá o ayer, o el domingo
o en día cinco del mes del agua
o el martes, sí ¡mejor el martes!
te pregunto si deseas ver la lluvia fea
o comer un astro al borde de un lago lleno de risas
¿irías conmigo por la luz encendida?
Te lo digo por la presencia que tengo en ti
por el filo del retrato que se arma cuando te escribo
y por el color
anaranjado que toma el cielo cuando te pienso.
¿Tú?
No estoy tan seguro de ello ahora.
Hasta ayer sí
hasta mi vértebra sí
hasta mi hueso pálido en el día de reyes sí
hasta la flor amplísima del martes sí, pero hoy
hoy no sé
hay tanto espacio y no cabemos
pero no hay forma de estar
ya nos desquisimos como quien si quiere
nos amamos como quien se ama a propósito
y te quise como quien desea ser el primero.
Oye, no vayamos a morirnos sin antes
renunciar al otro
no vaya a ser que después de la muerte nos queramos más
con debido respeto
y sin razón alguna por alguna que otra isla;
por ello hay que despedirnos
hasta los barcos
lamernos hasta las pestañas
colocarnos como bestias uno encima del otro
y despedirnos.
No vaya a ser que después de muertos
vayamos a querernos más
y nos hagamos más daño del que ya nos hemos hecho
y ahí muertos
nos muramos más: tú con tu mano de violeta fragante
y yo con mi noche de sollozos amarillos.
A hora tu presencia es triste
A lgo indispensable y sonora
A lgo contrariada y caliente
A lgo desafiante para la ley del árbol
No vaya a ser que después de muertos
nos amemos más
como cuando entonces, como cuando ayer
como cuando el sábado
o el día cinco
o como cuando tu lunar me abandonó y le dejé
de escribir.
Ahora estamos hervidos como la espuma
hartos del espacio entre nosotros
desqueridos, desamados, con armas y violines.
No vaya a ser que después de amarnos nos amemos más
y resultemos ser la fatiga del tiempo
y girar
girar sobre un puente roto
con tu mano y mi mano enterradas hasta el hueso
deficientes.
No vaya a ser que terminemos tristes amándonos más.