En cada lugar del mundo
la muerte espera.
La tierra de leche y pan
profundiza sus raíces
en el hostil trayecto de vivir.
Tengo pedazos de luna…
Y un sueño redondo de amargura…
Corro, como una avestruz temerosa…
Y caigo en la movediza noche,
en un cabaret oscuro,
aquella canción no dejaba
que te escuchara.
Y de los endecasílabos de tus besos nada entendió mi boca,
mientras Mayo con sus flores
rotas perfuma la persistencia
de tu ausencia.
Muero sobre el paredón
de tu alma,
sobre tu ebriedad,
no puedo arrepentirme.
El tiempo es místico
sarcófago, desciende
con pericia en tu voluntad.
En nuestras beligerantes
aventuras, expuse todas
mis madrugadas como
metáfora de la felicidad
y fue épica tu burla,
cuando en silencio derrotaba
mis miedos por abrazar
tus encíclicas.
Sin embargo bajo el tributo
de la luz, me engañaste
con fe y desnuda,
ahora, hago mi santa gana,
puedo mirarte con repulsión,
con cada uno de mis sentidos
y con el camino empedrado
de perdones que no valen
un carajo, sólo para aglomerar
una falsa paz que no tiene
ningún peso en los laberintos
de la monotonía.
Oh! Este hermoso poema lleva tus señas de identidad, querida Yaneth!!
Bienvenida al nuevo bar!! Me alegró mucho encontrarte, espero que continúes y te podamos seguir leyendo.
Un abrazo fuerte, poeta!!
Excelente desahogo poético. Un gusto pasar a leerte.
“Sin embargo bajo el tributo
de la luz, me engañaste
con fe y desnuda,
ahora, hago mi santa gana,
puedo mirarte con repulsión,
con cada uno de mis sentidos
y con el camino empedrado
de perdones que no valen
un carajo, sólo para aglomerar
una falsa paz que no tiene
ningún peso en los laberintos
de la monotonía.”