No he mentido si aún nombro que estremece
-como un sueño a la albura del suspense-
al abrigo de la sábana aterida
esa calma al atropello que precede
y se dibuja en la trastienda de la vida…
No he mentido hoy tampoco si decido
que me invada en el núcleo del sosiego
el noctámbulo fragor de tantas vías,
el impúdico silbido que se cierne
anunciando el final del tiempo muerto
sobre el ruido insonoro de los días
de un convoy que ya nunca se detiene…
Más al borde de este lecho que acaricia
el descuido entre el orden y el deseo
allí es donde entre la niebla se sostiene
la estación donde yo siempre me despierto…