No hay ceguera, sino ciegos
A Saramago, in memoriam
Si te afectara cruelmente
ese terrible mal blanco, opaco,
donde el color es no color
y los nítidos contornos
se dibujan esfumados
en el suave tacto,
lenta, suavemente
la copa huele a vino
y ha de ser,
por intuición o por tiento
de unos labios sedientos
de caldo y estremecimiento.
Si sintieras las presencias
simples halos de no ausencias
y tus manos atisbaran
la lágrima de tus mejillas
un tanto desfigurada
pero sientes su peso de plomo,
pesar que no deja ni pensar,
Fuera el otro otro,
solo porque no eres tu…
Creerías que en el mundo
ya no existe la verdad,
pues ves lo que no estas viendo
incluso imaginas con tristeza
que otro si que lo verá.
Imagina que a tu oído
alguien chilla un bermellón
el que anidaba en tu atribulado corazón.
Imagina que te hablan
y te dicen que hay un sol
y sientes las caricias de su tierno y dulce calor.
Imagina que la noche
se cierne sobre tu ser
atorando tus sentidos,
concediéndote el sopor
en el que quisieras verte sumergido.
Sabrás que hay otros,
sabrás que sienten mejor,
sabrás que con los mismos ojos
cuyas cuencas llegas a palpar,
unos ven y otros no ven.
Y sabrás que cuando brille el sol
no has de ponerte a la sombra,
deja que ilumine tus ojos apagados,
quizás se enciendan y griten:
¡puedo ver!, ¡puedo ver!
Checha, 21 de enero de 2024
Imagen: Gestalt Jerez