…
Naces del ritmo, impaciente y desnudo
cortando la alergia
como el mar, te meces en la espuma de un día y otro.
Te adelgazas para pasar por la selva
eres un latido precioso.
Acaricias mi piel de mármol y avena,
subes
como majestad a mis alas y te ahí te lanzas,
ardes
en mis números y párrafos.
Ciego, hacedor de humedades,
detrás de las cortinas en el humo,
bajo la ribera del río,
parpadeas.
Yo me apresto a criar sílabas
en esta página.