La remansia estancia alojada en el seno del horizonte delinea los límites altísimos de la Sierra Madre que me acuna como adormecido niño en este tranquilo pueblo de Santa María, habré pasado en escalones sus tiempos de recia mañana y de tempestad nocturna en cobijos de hojarasca, allí vuela en libertad La Chonta sigilosa que llora a la seis la muerte del día, tanto duele el pasado de la avecilla, tanto me estremece su trino. Tan temblorosa el remecer de unas campanas en el centro de este pueblo, tan callados son sus cerros, tan frescas sus ventiscas, he de estar acá decenas de tiempos, recolectando nuevas remembranzas, estoy crujiento a pisadas las hojas mermadas a despojo abosoluto de tan añejado árbol de Huarumo, encuentro la vereda de regreso a mi ahumada casa en terraplen, estoy explorando su inmaculada selva, peñasco de El Perol, me narran avistamientos de criaturas con ánima encantada, me juran testigos de haber visto agraciados Sizimites y manadas de pizotes saltarines, de gatos de montes acechando atrás de las rocas montudas, estoy ahora bebiendo agua del chuchuy naciente-fresco del manantial donde salta la rana, donde nadan tepocates, ahora recuerdo que la ciudad si me ha hecho una consulta, sabes… Ya no quiero que me agobies.
Jordy S. Reyes
Ixhuatán, Santa Rosa.
Enero 2023