Nada

Cuando la noche se enrosca en tus silencios,
le das inicio al aura de hoy.

Y
aunque
te encuentre entre lúgubres sonatas, comienzas
a buscar los resplandores de la timidez.

Sin
importar
que los pétalos marchitos se enmascaren
a la altura de las manos.

Definitivamente, observas todo con los ojos de ahora,
como queriendo ver la gloria
del entonces.

O ver el umbral del mañana,
en tanto suspiras sin decir nada, absolutamente nada.

Será efímero, como el tiempo…

Tal vez, pero aunque la mirada no halle su destino,
reflejará dicha sensibilidad, hasta
el cosmos.

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