Sus cantos remotos me hechizan como una voz hecha de infiernos,
como una frutal y extraña vestal que es toda imposible.
Y es tal su hermosura y es tal su canción… que es toda inasible,
y cruza mis sueños, como vaga estrella. Y arde mis inviernos.
Y a veces la escucho, divina y distante: más que original,
como amarga niebla que al sol se evapora de mis tristes manos.
Y canto su voz de flores y espíritus, de fastos tiranos,
y solo me embebo de cieno y lombrices y llanto mortal.
Reina de las liras y musas divinas, ¡son del más allá…!
Ríes de este Tántalo. Burlas de Erimanto, ciego cual Tiresias.
¡Pero yo te he visto, como el alba de oro…! Sajas y anestesias.
Yo sigo y persigo: mi lira es tu lira… su hora volverá.
¡Como árido Apolo piensan ser sostén mis dedos ufanos!
Y siento tu ser alado y fugaz… «Son mis sueños vanos».