Perdone mi osadía, si un secreto confieso
que en noches de mi rezo, oprime el alma mía
desearla cada día, perturba mi embeleso
soñando con su beso, la gloria alcanzaría.
Mi ilusión que porfía, en remoto tropiezo
que conceda mi ingreso, al sol de su alegría
sentir su cercanía, como triunfal suceso
del amoroso acceso, que un sueño cumpliría.
La verdad escondida, reserva su jugada
sorpresa inesperada, que me causa honda herida
es mujer prohibida, una mujer casada.
¡Oh! suerte desdichada, desgracia sin salida
fantasía atrevida, misión equivocada
no pongas tu mirada, donde no habrá cabida.
Autor: Profr. Mucio Nacud Juárez
(DR.) Octubre 2020
Gracias, Juan Carlos.
Falló el dicho, “Donde pongo el ojo, pongo la bala"
Por cierto, un dicho que me desagrada. Por violento.
Lo cambiaría por: “Donde mi ojo mira, algo admira”
Agradezco tu motivante comentario.
¡Saludos cordiales!
Gracias, querida Nora.
Lamento que el final te haya decepcionado.
Pero quien lo vivió pensó que era lo mejor.
Agradezco tu grata compañía y tus siempre bellos y sinceros comentarios.
¡Abrazos cariñosos!