Me recreo en la imagen pasada de mi tiempo de niña. Tu regazo cálido y tu mano tierna. A menudo floto por este onírico campo de amapolas de vivencias, llena de juegos, de tardes de río en verano y bocadillo con pan y chocolate.
Tiempo con tempo propio. Tu mirada de mujer-madre-hija, guerrera y luchadora, me relata una historia de miedo y hambruna, de momentos en que el hombre se volvió lobo para el hombre: la guerra.
En tu rostro ajado por la vida, veo la cara de mi abuela, que no conocí, solo sé de ella a través de tu voz. En tiempos pasado y presentes, mujeres que sacan la fuerza de la fuerza y regalan vida y dan amor y calor, y refugio y amparo.
Me recreo en la imagen presente de un patio lleno de hortensias y tu mano que riega su tierra y regala a mis hijos relatos con sonrisas, de otros tiempos inciertos.
Hortensias rosas
engalanando la tarde.
Verano onírico.
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Imagen propia: las hortensia del patio de mi madre.
Qué historia se pasea por este magnífico Haibun, Horten.
Tiempos de lucha, de hambre, de salir adelante.
“Porque fueron somos, porque somos, serán.”
Todo precioso.
Siempre nos quedarán las Hortensias
Esa herencia de luchas, de conquistas, de trabajo, mucho trabajo en tiempos difíciles y autoritarios se agolpan con todo afecto y vivencias en tus bellos versos, recuerdos para no olvidar, amiga!!!
Todo un precioso Haibun a tu madre!
Siempre que hablas de ella, me lo apropio y me parece que es la mía…
Unas mujeres luchadoras que no se derrumbaban fácilmente.