Moscas en la casa


Habré de levantar la basta temperatura del día
para abrazarte.
Desde que ya no recogemos naranjas en la tarde
varios lugares se han tornado
lúgubres
y casi sin alma
tantas esqueletas sombras en donde tu imagen
era nicho en el que siempre me refugiaba…

palabras de aquel tiempo
agujas disecadas en la casa de cada uno; algún
día tendré palabras para cortarlas

y entonces veré tu alma
para que no me vea como una ausencia solitaria
ocaso y definitiva.

Me rodea un cordón suave de moscas
en mi cuello

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