Noche hermanada
al candil fulgurante
de los astros,
que pestañea
al paso de las nubes
fantasmales.
Noche en su velo
ataviada
con el eco
de voces
milenarias,
que va enhebrando
en cánticos de plata,
las perlas del milagro,
erigiendo la luz
de su morada.
Noches proféticas
de antigua
remembranza;
cuando el poeta
en su andar
de primavera,
junta las flores
crecidas
en su alma.
Noche testigo
del callado
peregrinaje
de las gotas de rocío,
que humildes
cual doncellas
diminutas,
cincelan
el brillo
de un ancestral
lenguaje
en los relieves
de las hojas,
bajo el influjo sabio
de entristecida luna.
Sí, así es, realmente muy buena tu interpretación, María; el poeta se construye un hábitat, un microclima muy particular…
Gracias por pasar y comentar!
Abracito etéreo!!
Un poema que como los poetas, busca su refugio en la clausula corta, porque hay una intuición suprema y ancestral en morar, incluso, un linyera busca el cobijo de las estrellas para guarecerse bajo su luz, más, si es poeta linyera.
—un aplauso con ambas manos para tu poema, una flor y miles de estrellas.
Tus palabras caen como pequeñas hojas en el agua…y forman ondas…y una voz sigue susurrando… poeta y linyera!
Es cierto que bajo el manto de las estrellas hemos sentido cobijo!
Gracias por extraerle vocablos a los nuevos paisajes!
Salud y cobijo estelar!!
«Es cierto que bajo el manto de las estrellas hemos sentido cobijo»
Baltasar Grasian escribió una vez ’« las estrellas son gallinas de los campos celestiales»
Se me ocurre decir después de leer su poema que las estrellas son los puntos suspensivos, desplegado en en el párrafo del cielo, interrumpiendo un razón inconfesable.
Jajaja, me quedo con lo de los puntos suspensivos; más que gallinas podrían ser huevos de plata! (las estrellas) claro que también deben existir gallinas y gallos orbitales!
Saludos suspensivos!!