A mitad del collado está este otero
asomado a añejas travesías:
perfiles del pasado, lejanías
que bañan en recuerdos tu sendero
y doran la aridez de tus porfías.
A mitad del repecho, montañero,
tu andar busca en los cielos nuevo alero
para sentir el ritmo de los días,
la luz que va rielando hacia poniente
y el sol que se recuesta en las laderas.
Mas no es la cima aún, no es tu destino:
que cada paso engendra nuevamente
el tiempo de tu andar, tras las primeras
–¡ay!– cincuenta revueltas del camino.
(A un viejo amigo en su cumpleaños)