Quiero no saber
no quiero recordar,
quiero nublarme reloj a reloj
y vacío a vacío,
nublarme a pleno mar
y a pleno mar sosegarme.
Ayer perdí el pensamiento
recogiendo un clavel gélido,
aniquilado
por su propio nacimiento.
Sentí atrapado el oscuro brillo
de la existencia fugaz.
Todo era pálido musgo
y pedernal gris.
Y en medio de todo
era la misma pregunta
rompiendo entre la lluvia,
de bruces hacia el apagado día.
La pregunta ensordecida,
la madera desgranada
por el tiempo,
y ensordecí preguntando
a los vestigios marinos
a las líneas de mi existencia
y a las líneas del anciano
que espera el último poniente.
Por eso desgrano esta tristeza
a orillas de este sitio sin orillas
donde las guitarras
nublan sus cuerdas
y las aves no buscan cielo.
Por eso es para siempre
cada respuesta sin pregunta,
el breve otoño sin sus hojas
y la cúspide solitaria
sin peldaños.