¿Cómo podría decir la vida con palabras afines, acariciando la herida para que deje de doler? ¿cómo podría decir lo no dicho, decir lo indecible, con la misma convicción con la que escribo sobre las cosas del mundo?
Aquiles estaba en mi puerta, no me di cuenta de a qué estaba jugando, por eso tuve que improvisar algunas enmiendas que pactar con el Diablo. Dejé que me llevara el deseo, dejé que me mataran las ganas, el amor era un señuelo, hoy no es más que una rueca.
Cada precepto sale magullado, cada palabra se desmembra, yo no olvido la sangre, las dagas ni los cepos, yo no olvido los relojes ni las hebras.
Cada entresijo esta ahí para no dejarme olvidar el pasado, para recordarme el paso por la vida. Sé, como Hades en el Inframundo, que el hilo de la vida puede acabar roto si no existe quien lo sostenga.