No quería enfrentarse a su locura
que le comía todo por dentro,
en un pasto de gusanos de seda
envolviendo su memoria y sus protestas.
Era ridículo su cruce de piernas
sus manos sobre la cabeza abierta,
le temblaban los labios con misterio
se mordía los dedos de los nervios.
Defecando papeles con incertidumbres
como en una novela sin final,
su mirada se quedaba turbia y opaca
cuando no sabia a donde tenia que llegar.
Se le fueron muriendo las vidas
aquellas por las que pago en la taquilla,
él ya sabía que lo había perdido todo
que ya no era más que un trozo de carne.
9 Me gusta
Siempre logras que se remuevan sentimientos que mantengo un poco más alejados, en pausa.
Saludos amigo, un placer leerte.
1 me gusta
Un bello y melancólico poema!!!
1 me gusta
Muy interesante. Saludos.
1 me gusta