Fue mientras Dios dormía
en su apacible sueño milenario
que su obra se perdía.
Qué final tan precario
para un proyecto extraordinario.
A su semejanza hecho,
su más amada criatura, el hombre,
imbuido en su derecho
ya tejía su urdimbre:
o todo suyo o pasto de la lumbre.
Y aquel fértil jardín
que a las bestias sustento procuraba
llegó pronto a su fin;
yermo ahora quedaba
si algún provecho al elegido daba.
Y las especies todas
que a su albedrío en el mundo medraban
caían sometidas
o las exterminaban;
las que corrían y las que reptaban.
Y el expolio siguió
vaciando los océanos de peces;
sus riquezas hurtó
y los preñó de heces;
pobres mares, violados tantas veces.
Las majestuosas aves
que una vez, libres, los cielos surcaron,
esos hermosos seres
cruelmente perecieron
cuando su hogar, el aire, emponzoñaron.
No contentos con esto
a los de su propia especie doblegan
dispensando igual trato,
cuando entre ellos litigan,
que a los corderos los lobos otorgan.
Fue al despertar del sueño
que vio Dios todo lo que habían hecho
y vio que no era bueno;
todo estaba maltrecho
causar mal no era del hombre derecho
Decidió Dios, airado
cuál el destino del hombre sería:
aquel ser extraviado
sus culpas pagaría;
segunda oportunidad no tendría.
Con terrible mandato
a su ángel exterminador enviaba;
no se oiría alegato
mientras su espada alzaba ……
y el buen Dios amargamente lloraba.
Dedicado, desde el otro lado del espejo, a mi admirado @josemanuelperez y su poema
Si yo fuera Dios, de Honed.
